CUIDADOS SENCILLOS PARA LA DERMATITIS ATÓPICA

La piel atópica es una afección cutánea cada vez más generalizada que afecta mayoritariamente a niños aunque también se puede dar en la edad adulta. Durante los últimos años ha aumentado significativamente el número de personas que sufren este tipo de problema con lo que cada vez estamos más familiarizados con su sintomatología.

La piel atópica sufre una alteración en su función barrera de manera que está menos protegida. Esto facilita la penetración de agentes infecciosos que causan inflamación, rojez, picor y alteraciones en la piel.

Este tipo de dermatitis cursa con brotes,  en los que la piel se inflama, se enrojece y presenta picor, seguidos de períodos de remisión en los que la piel presenta sequedad. Son los cuidados durante estos períodos de remisión los que tienen una importancia vital para espaciar la aparición de los brotes y controlar la dureza de los mismos.

¿Tienes la piel atópica?

La mejor manera de establecer un diagnóstico siempre es acudiendo al dermatólogo pero es bastante probable que la respuesta sea afirmativa si tu piel presenta las siguientes características:

  • Piel seca y enrojecida
  • Tendencia a sufrir descamación, engrosamiento y grietas.
  • Picores intensos.
  • Tendencia a enrojecerse e inflamarse.
  • Sufres brotes y erupciones y sientes la piel seca.

Si te reconoces en alguna de estas situaciones te damos unas sencillas pautas para ayudarte a mitigar las  molestias que implica y que te harán sentirte a gusto en tu piel.

La ducha diaria, el mejor momento para empezar a cuidar tu piel atópica

Sin duda, seguir unas sencillas pautas durante la ducha diaria te ayudará a calmar las sensaciones negativas asociadas a esta problemática. En realidad, son pautas que todos deberíamos seguir para mantener el bienestar de nuestra piel pero que en el caso de la piel atópica adquieren especial importancia debido a que ayudan a calmar la piel.

Empieza seleccionando tu gel de ducha. Escoge fórmulas suaves y poco detergentes que retiren la suciedad dejando intacto el manto protector que segrega la piel y que tiene una importancia vital para mantener su estructura. Por otro lado, intenta no sobre limpiar en exceso.  A veces, tenemos tendencia a limpiar demasiado nuestra piel cuando en la mayoría de los casos nuestra actividad diaria no necesita un lavado tan exhaustivo. Esto es especialmente importante en el caso de las pieles atópicas en la que la función barrera está alterada y  con esto solo se agrava el problema. 

A la hora de la higiene diaria opta por una ducha breve en lugar de darte un baño y modera la temperatura del agua. Huye de los extremos y escoge agua tibia para no aumentar la inflamación que caracteriza la piel atópica, no alterar su pH y mantener los lípidos que la protegen de forma natural.

Tras la ducha, no fricciones tu piel con la toalla para secarla, hazlo a pequeños toquecitos para no aumentar la irritación. Tras la ducha, tu piel está especialmente sensible y permeable, con lo que es un momento muy delicado. Por otro lado, debido a esta permeabilidad, es el momento ideal para aplicar un producto emoliente ya que actuará mucho más profundamente y restablecerá el equilibrio perdido durante la ducha. No te saltes nunca la hidratación diaria ya que es clave para mantener los picores a raya y no perder la sensación de confort. Además, si aplicas un producto emoliente a diario reducirás los brotes de tu piel.

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Precauciones diarias que te ayudarán a calmar tu piel

  •  La piel atópica se irrita fácilmente con el calor así que una de las maneras de calmar la sensación de incomodidad es evitar los lugares en los que la calefacción esté excesivamente alta.
  • En la misma línea, evita la sudoración excesiva ya que el sudor agrava el problema. Para ello utiliza prendas tejidas con materiales transpirables, preferiblemente de algodón y no te abrigues en exceso para evitar sudar innecesariamente. Esto es especialmente importante por la noche, así que utiliza ropa de cama ligera y ajusta el nivel de la calefacción antes de irte a dormir.
  • Evita la ropa ajustada que te pueda provocar roces que a su vez te provocarían picor e inflamación. Tu piel se sentirá mucho más relajada si los tejidos no la presionan durante toda la jornada.
  • Mantén unos niveles correctos de humedad en casa utilizando un humidificador, sobre todo en los meses en los que abusamos de calefacción y aire acondicionado ya que ambos sistemas resecan mucho el ambiente y será más fácil que sientas la piel tirante.
  • Cuando te pique la piel intenta no rascarte ya que con ello solo conseguirás irritarla, inflamarla y lesionarla. En su lugar, da pequeños golpecitos sobre la zona para calmar el picor.  La sensación remitirá igual y no dañarás la piel.
  • Escoge minuciosamente los cosméticos que aplicas a diario. Opta por fórmulas suaves y respetuosas con la piel que no provoquen sensaciones desagradables. Ten cuidado también con los perfumes; aplícalos sobre la ropa en lugar de aplicarlos sobre la piel para evitar que el alcohol que contienen pueda provocar algún picor.

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